Con pocos días de diferencia se han celebrado en Madrid dos encuentros sobre modelos y gestión cultural. El primero sobre “cooperación público-privada en artes escénicas” convocado por @agetec (Asociación de Gestores y Técnicos Culturales de la Comunidad de Madrid). El segundo sobre “cultura libre y colaborativa” por @AsambleAustria del movimiento 15M, ambos totalmente abiertos a la participación de cualquier interesado en los temas.

Por lo que se trató en ellos, se pudo ver que el primero tuvo una cierta carga institucional; asistieron y participaron como público cargos electos de IU y PP, debatiéndose sobre modelos a desarrollar en infraestructuras públicas en tiempos de crisis. La segunda versó sobre experiencias desarrolladas autónomamente desde la ciudadanía, basándose en las posibilidades abiertas por el desarrollo de las tecnologías y la comunicación.

Aunque relacionados, los temas abordados eran bastantes diferentes, pero el mayor contraste era el espíritu, que no el ambiente. En el primero de ellos desilusión, temor, incluso miedo, por unos recortes que están haciendo desaparecer festivales, salas y compañías. Cierta autocensura y complacencia con el discurso institucional que no considera prioritaria la cultura, a la que no duda en descalificar como un sector que vive exclusivamente de ayudas públicas, cuando las mismas son muy inferiores a otras con menos repercusión económica y vital. La realización de actividades a precios de saldo, sustitución de profesionales por voluntarios, de técnicos por becarios… están justificando unos recortes bajo el discurso oficial de vivir por encima de las posibilidades. Calidad y creatividad no tienen sentido, solo la actividad. La primera impresión de los gestores madrileños sobre el debate no fue muy positiva, con independencia del éxito de la convocatoria que fue sobresaliente.

En el encuentro colaborativo denominado con acierto “Cómete la cultura”, reflexiones sobre lo común, software libre, autoedición, comunicación colaborativa, financiación colectiva, la ciudad como espacio cultural compartido. Economía cultural al servicio de creadores y ciudadanos y no al de las industrias del entretenimiento que impulsan todo tipo de leyes para acabar con la libertad en la Red, experiencias auto-gestionadas en América Latina… Espíritu abierto, crítico e ilusionado que contribuye a transformar una realidad que trata de impedir voces críticas y el desarrollo de la cultura y el pensamiento libre. Sin miedo al futuro e implicado en todo aquello que le interesa y le es próximo, es decir, casi todo.

La innovación es imprescindible para la creación, que es solo posible cuando es fruto de la diversidad, el intercambio, las manifestaciones autónomas de personas, colectivos, empresas, asociaciones… que realmente creen en el valor transformador de la cultura. Trabajo y esfuerzo contra los que quieren sofocarla con legislaciones y normas, penalizaciones, con lobbies de presión para defender intereses concretos, que nada tienen que ver con los tiempos actuales.

La cultura siempre se ha manifestado de manera crítica, herramienta histórica contra todo tipo de abusos, con su asfixia se pretende silenciar la discrepancia, justificando un modelo de sociedad determinado, la mejor vitamina para que esto no ocurra es más cultura.

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